Hijo de un tapicero, a los 21 años entra a formar parte de una compañía familiar de actores profesionales, los Béjart y su fama provocada por sus sátiras acerca de la corrupción de la sociedad francesa creció exponencialmente al mismo tiempo que su obra era prohibida de los teatros por orden del estado francés. La Iglesia católica tampoco simpatizó con su obra, que lo llegó a denominar como “un demonio en sangre humana”.
Su excelentes obras pasan por “Tartufo”, que satiriza la hipocresía en la religión y de la que escribió tres versiones. También nos dejaría “Don Juan” (1666), considerada su obra maestra, o las geniales “El Misántropo”, “El Avaro” o “Gentilhombre Burgués”.
Molière, en plena representación de una de sus obras, “El enfermo imaginario”, se sintió indispuesto y murió el mismo día pocas horas después.
Su epitafio, escrito por él mismo, no tiene desperdicio: “Aquí yace Molière, el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto y de verdad que lo hace bien”.
Dejamos con algunas de sus frases más célebres: